La “marca España” se ve dañada, aducen algunos, ante las imágenes que muestra The New York Times de un país sumido en la pobreza, el hambre y la miseria. No es la España real, están sacadas de contexto, son una excepción, nos dicen desde ciertos sectores.
He publicado la fotografía del contenedor por el motivo de que es la más real de todas para mi, la que me toca más de cerca. Cada día, desde hace mucho tiempo, vengo observando como en los contenedores de mi barrio siempre hay alguien en la misma posición que el retratado, para más datos, no vivo en el centro de una gran ciudad, donde supongo podría ser más cotidiano y habría más basura entre la que escoger, sino en una zona más o menos residencial, alejada del centro y aún así son diferentes las personas que a diario hacen la ruta de la búsqueda entre la basura por los contenedores de mi barrio.
Es un problema de percepción. No hay más ciego que quien no quiere ver
A quien no le ha pasado que se pone a ver la publicidad y le ponen cuatro anuncios seguidos de coches y luego no recuerda el nombre de ninguno, eso sí, como estés pensando en comprarte coche te parecerá ver publicidad de coches constantemente. La realidad es esa, la que muestra esa fotografía, la que a diario y fijándote un poco puedes apreciar en tu ajetreado día a día, a veces basta con prestar atención a tu entorno para darte cuenta que no es tal como piensas.
Con una sociedad que tiene una tasa de paro superior al 25%, por encima de países como Grecia o Portugal, no es posible negar la evidencia, hay cada vez más gente que pasa hambre. Así lo demuestra por ejemplo el dato que da Cáritas, en este tiempo de crisis se ha multiplicado por tres el número de personas que atienden.
¿Pero por qué nuestros políticos, periodistas y sociedad no ve esa realidad cada vez más visible de miseria y pobreza?
Básicamente por una cuestión de estatus, el concepto de sociedad y nivel de vida que sostenemos en la opinión pública general sigue sin ajustarse a la realidad, nuestro propio ego como nación nos impide ser críticos con nosotros mismos, tal como sí hacemos con países como Grecia o Portugal. No existen tantas diferencias si analizamos objetivamente la situación de cada uno de los países con el nuestro, no es por tanto extraño que en el extranjero nos vean así.
Cuesta asimilar que eso que muestran las imágenes es real, sin duda, pero como país no podemos seguir mirando a otro lado, hay que afrontar la realidad, esta otra que desde el extranjero nos muestran y nos sonroja.
Imagen: Samuel Aranda para The New York Times
Hola.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Hay que querer ver para poder hacerlo.
Tb yo veo esa imagen casi a diario y siempre pienso que no está tan lejos de mi realidad, que igual en breve yo también podría ser el retratado en esos menesteres.
Soy clase media, al menos de momento. Pero ese estatus está desapareciendo. El abismo se abre, se hace más profundo.
Indudable es que las clases más pobres lo seguirán siendo, por desgracia, y que aumenta.
Consciencia social, colectiva y humana, no de clases, es la única posibilidad de salvación.
Lástima que todo se reduzca a lucha de clases. La humanidad ha evolucionado muy poco.
De nada sirve tanta tecnología, viajes espaciales y milongas contadas desde una tribuna (cuando las cuentan) Hay que ir al origen. Somos todos humanos y como tales tenemos que comprendernos, apoyarnos y amarnos ( a riesgo de parecer cursi o algo peor)
Un saludo
Gracias Waldo, muy de acuerdo con lo que dices, buena la puntualización que haces de lucha de clases.
Qué difícil es que la sociedad tome conciencia…
Saludos!